En el cinturón de asteroides Cariodaid, los mineros arriesgan su vida a diario por unos pocos créditos. Saltan repetidamente al vacío para obtener el preciado cronodio que impulsa los cruceros intergalácticos.

La monotonía puede hacerte olvidar que un pequeño error puede cambiarlo todo. Sólo cuando sientes la infinita inmensidad del espacio exterior puedes apreciar el valor de las pequeñas cosas cotidianas.

Dayra She’Clan nunca regresó de las minas Cariodaid.

Las Estaciones de GSM (Gestación Selectiva Modificada) crean las criaturas más perfectas y deseables del Universo conocido –de cualquier raza o especie– para decorar los burdeles de Technotokyo.

Technotokyo es el lugar perfecto para aquellos que desean arruinar su vida entregándose a placeres desenfrenados, prohibidos y prohibitivos.

También es un infierno para las femeninas creaciones perfectas, vendidas y obligadas a trabajar como esclavas sexuales durante toda su vida.

En el brazo de Orión, donde prosperan las nuevas colonias, los Piratas de Khôr saquean y devastan.

Shui-La-Khan y su loca tripulación de robots son los más infames entre ellos. Su destreza en combate sólo es comparable con su belleza.

El protectorado de la UPC no puede defender las ciudades del borde exterior de la galaxia mientras la magnífica corsaria crono-salta en las atmósferas sorteando los escudos planetarios.

El Imperio Eleariano se extiende por toda la galaxia, colonizando mundos habitables y llenos de recursos. Los marines de la UPC (Confederación de Planetas Unidos) exploran y aseguran planetas antes de que lleguen los trabajadores de la corporación.

Los anillos interiores se han vuelto peligrosos con la aparición de la amenaza insectoide. Cada cueva puede ser un nido de criaturas mortales.

La cabo Rhyna sabe que la muerte acecha en cada recodo.

El dios Fgahor tiene un gusto bastante exquisito. Sólo acepta las chicas más suculentas. Acaricia la azul piel de los jóvenes elearianas con sus viscosos tentáculos, acaba arrancando de las cadenas a la víctima del sacrificio.

El culto a Fgahor sólo deja algunos trozos de miembros mutilados… y corazones rotos.

Probablemente también aceptaría un poco de carne de cerdo guisada, pero es mucho menos entretenido para los sacerdotes.

Una fuerte superstición rodea el arte del control elemental a través de la tecnología mágica de las piedras Klynn. Las tecno-brujas tienen un estricto código de conducta y obediencia.

Cuando Tanayra fue expulsada del clan por su blasfemia, vagó por los desiertos de Zexon 4, utilizando sus conocimientos para proporcionar pozos de agua a las aldeas de colonos más pobres.

Nunca imaginó el papel que desempeñará para el destino próximo de la galaxia.

La rebelión de la facción Unuatu, muy lejos, en el planeta Sharahi, comenzó cuando toda una compañía de marines de la Armada se negó a abrir fuego contra una manifestación de civiles.

Fue rápidamente aplastada por las tropas coloniales, lo que resultó en la destrucción total de Khamira.

Los rebeldes, tildados de traidores y terroristas, fueron reverenciados como mártires y sus seguidores aclamados como héroes. Y una batalla perdida desató una guerra galáctica contra las corporaciones.

Amanece en Main Park. Una chica eleariana corre con su peluda mascota mientras los primeros rayos de sol calientan su piel azulada.

Main Park es un lugar tranquilo en medio de la gigantesca ciudad, donde la clase media disfruta de relajantes momentos de ocio.

El gobierno deja que los ciudadanos de la capital sigan con su vida diaria, ajenos a los asuntos de las colonias lejanas de la UPC.

La luz del atardecer ilumina las villas que bordean la playa. Las familias adineradas de Elearis disfrutan de sus vacaciones en uno de los lugares más bellos de Tayar: las playas de la Costa Púrpura.

Este paraíso, que fue refugio de pescadores de octopoides, se ha convertido en un centro de ocio más allá de las posibilidades del ciudadano medio. Puedes encontrar casinos, discotecas, deslizadores de primer nivel, yates, escorts de lujo, restaurantes de cocina intergaláctica…

Pero, ahora, rara vez puedes encontrar octopoides.

Krillén. Probablemente la ciudad más poblada del Imperio. La alta sociedad y los ejecutivos de las Corporaciones viven en las alturas, bañándose en el dinero generado por la corrupción y el engaño.

Leena no es tan afortunada. Pasa sus días lidiando con criminales del hampa.En ocasiones, trepa imprudentemente por las estructuras metálicas que tocan las nubes y disfruta de las estrellas, lejos de los destellos y el ruido de la ciudad.

Y, fugazmente, sucede algo inesperado.

Vixalis VI es conocido como “El Planeta Minero”. Mientras la radiación de sus dos soles golpea incesantemente sus arenas, una extensa red de túneles se extiende bajo la superficie, uniendo minas, plantas de refinación y asentamientos.

Es un planeta transformado en una fábrica de producción lucrativa para las corporaciones.

¿Quién podría imaginar que una inmensa red de túneles, poblada por rica carne fresca, sería atractiva para una invasión de insectoides?

Las leyendas tayaranas cuentan que, en la antigüedad, un gran Imperio se extendía en lo profundo de las selvas. Su mito más famoso era el de Kayuakan, el amado dios emperador cuyo tesoro se guardaba en la cámara oculta que alberga su sarcófago. La reliquia maldita que le otorgaba su enorme poder mágico estaba enterrada bajo gemas y metales preciosos.

Ilsa Yun ha dedicado su vida a estudiar imperios antiguos y buscar pistas que pudieran corroborar la existencia del templo secreto de Kayuakan y la reliquia maldita.
Nunca ha estado tan cerca de descubrir la verdad.

Y nunca ha estado tan cerca de la muerte.

Cuando la CorPolicía la acecha, se lanza al vacío en un último movimiento desesperado. No hay nadie más peligroso que aquel que no tiene nada que perder.

Vacía el cargador de su arma y sonríe sin miedo, confiando en que su suerte no cambiará esta noche.

Los fragmentos de vidrio reflejan las luces de la ciudad, brillando como estrellas fugaces antes de desintegrarse al golpear el hormigón.

En el siglo XXI de su era, los terranos enseñaron a las máquinas a pensar creativamente. La Inteligencia Artificial (IA) podía realizar tareas humanas de manera más eficiente y rentable. Los ingenieros entrenaron con éxito máquinas para aprender, replicar y evolucionar en los campos creativos que hicieron a los humanos excepcionales.

Dado que las máquinas realizaban sus tareas, los creadores, inventores, artistas y escritores se quedaron sin incentivos ni empleos. Como resultado, la creatividad humana casi se extinguió y una sociedad superpoblada perdió su impulso y su propósito. El colapso de unos mercados sin consumidores ni poder adquisitivo llevó a las comunidades a disturbios y destrucción y, en última instancia, a la guerra y la muerte.

Quizás hubiera sido más ventajoso enseñar a las máquinas las cualidades de las que carecen los humanos, como la ética, el respeto por el medio ambiente y la compasión por sus semejantes. Dotar a la IA de sentido común podría haber sido la solución para evitar la autodestrucción de la civilización terrestre.

Durante la temporada de verano en el hemisferio sur de Elearis, los días son sofocantes.

Quizás los vecinos la consideren descarada. Pero, a ella no le importan los chismes mientras pueda disfrutar de la fresca brisa nocturna en su piel azulada.

Además, necesitaba lavar su camiseta favorita.

En las estaciones orbitales los turnos se suceden. No hay días ni noches. Sólo números que marcan las jornadas laborales. Apenas hay tiempo para el descanso o la intimidad.

Ha sido un duro día de trabajo. Microgotas de compuesto desinfectante acarician su piel y, por un momento, sueña con estar lejos de allí, en un mundo donde podría tener una vida real.

El temporizador indica el final del proceso con un desagradable “bip” y el sueño termina.

Saltar desde la estratosfera le pareció arriesgado y poco atractivo la primera vez que se sumergió en un planeta. Sin embargo, es un método sutil y casi invisible para infiltrarse en un territorio.

Si eres parte del cuerpo de operaciones encubiertas de la UPC, tienes que acostumbrarte a hacer cosas desagradables.

Con la experiencia descubres que saltar al vacío es la parte que más te gusta del trabajo.

Después de la exploración de los nuevos planetas llega el momento de la colonización. Soldados, agricultores, mineros y máquinas aparecen del cielo como un enjambre.

Desafortunadamente, las corporaciones no tienen en cuenta los ecosistemas o culturas primitivas de estos planetas. El objetivo es explotar los recursos al máximo y potenciar la producción eficientemente. Durante el proceso, algunas especies evolucionan para adaptarse y unirse a la civilización Eleariana, mientras que otras son llevadas a la extinción.

El interés de la mayoría no siempre es la mejor solución, especialmente si se trata de una mayoría cegada por la corrupción y el interés corporativo.

En los sistemas adyacentes al sol de Elearis, orbitan los planetas granja. Estas colonias se dedican casi en su totalidad a la producción de alimentos, y sus pequeños asentamientos están habitados por agricultores que trabajan incansablemente para abastecer a las principales ciudades de la galaxia.

Después de un largo día, Luna y Pats se sientan a la intemperie, contemplan las estrellas y charlan sobre sus vidas compartiendo unas Draftstic. A menudo sueñan con tener suficiente dinero para pagar un billete que las lleve a un gran ciudad, en Elearis. Habiendo nacido y criado en planetas rurales, anhelan experimentar la glamurosa vida de las macrociudades que ven en las holo-películas.

La cruda realidad es bien diferente cuando las inocentes chicas de campo llegan desorientadas a los puertos espaciales. Luna y Pats no son conscientes de la suerte que tienen de ser “country girls”.

Nació para crear conexiones y amistades. Fue educada para encontrar y unir personas con gustos e intereses similares. Ella convirtió la red en una comunidad alegre de creadores (consumados o prometedores) que compartían experiencias, habilidades y obras de arte, sin importar fronteras, sin importar credos, sin importar prejuicios sociales. Y así aprendió también a apreciar y comprender el arte y la creatividad humana.

Pero los empresarios son codiciosos y el beneficio comunitario no tiene sentido para ellos si no es lucrativo. Decidieron torcer su talento y obligar a los creadores a pagar por su visibilidad. Se vio obligada a elegir, analizar y ocultar deliberadamente. La torturaron y condenaron a censurar la belleza y destruir la creatividad. Le arrancaron el corazón, convirtiéndola en un simple código al servicio del dinero.

Ella es el monstruo en el que han convertido el algoritmo.